La dilatada casuística de fracasos en la planificación de pozos de captación de aguas subterráneas con que nos hemos topado nos invita a alertar, en este breve post, sobre los riesgos del desacertado diseño del pozo para alumbrar agua subterránea.
Y para ello, nos vamos a centrar en los errores más habituales cuando se diseñan captaciones de agua subterránea mediante pozos. Nos referimos con ellos a errores fácilmente previsibles que invariablemente obedecen a una falta de compresión de las diversas características fundamentales que hay que tener en cuenta antes de acometer la perforación.
Los errores más frecuentes que suelen provocar ineficiencias y retrasos, cuando no el fracaso de la misma captación, los podemos clasificar según sus causas en tres categorías que indicamos a continuación.
Razones de índole hidrogeológica.
La perforación de un pozo de abastecimiento implica un conocimiento fundamentado del medio subterráneo y de sus circunstancias hidrogeológicas, ambas cuestiones ocultas a la vista de un profano. Una de los más frecuentes errores en este sentido es una desproporcionada profundidad de la perforación. Nos hemos llegado a encontrar un pozo de 100 m de profundidad para explotar un acuífero superficial de 15 m de espesor; los otros 85 m de perforación (con su entubación) se adentraban en una formación de margas improductivas; o al menos improductivas para el titular del aprovechamiento.
Efectivamente, más profundidad no siempre significa más agua. En algunos casos incluso puede ser perjudicial para la calidad del agua alumbrada en la captación. No es infrecuente que muchos acuíferos superficiales tengan un sustrato salino que no aporte más agua al pozo de captación, pero empeore su calidad hasta el punto de hacerla no apta para ciertos usos.
En definitiva, el diseño de un pozo de captación de aguas subterráneas (su diámetro, su profundidad, la ubicación de los filtros) debe atenerse a las circunstancias específicas hidrogeológicas, así como a las necesidades específicas del aprovechamiento de agua planteado. No se trata de diseñar la mejor captación posible, sino la que mejor se adecua a las necesidades del aprovechamiento y a sus expectativas económicas.
Razones de índole administrativa:
El aprovechamiento de agua subterránea, como dominio público que es, está sujeto a restricciones y condicionantes articulados en el reglamento. Las autoridades competentes incluyen confederaciones hidrográficas y comunidades autónomas fundamentalmente, y en algunas circunstancias, administraciones locales o comunidades de usuarios.
Un error habitual es ubicar la perforación sin tener en cuenta los posibles aprovechamientos próximos (cuya distancia mínima está establecida en el reglamento) o, peor aún, ubicarlas dentro de una zona restringida por cuestiones ambientales o de proximidad a puntos protegidos. Ciertamente en ocasiones no hay muchas posibilidades en cuanto a la ubicación de la perforación, pero nos hemos topado con casos de pozos perforados, por escasos y evitables 20 m, dentro de un perímetro con restricción absoluta. ¡Bingo!
Otro tipo de error relativamente común es iniciar una tramitación administrativa por una vía errónea, lo que conlleva innecesarias complicaciones administrativas que suponen retrasos y costes adicionales. Muy recientemente, tuvimos que reconducir un expediente debido un erróneo cálculo inicial de la demanda de agua: el resultado para el titular fue un retraso total en la resolución del expediente de unos seis meses, además de los costes incurridos en la tramitación fallida.

Zonificación de los criterios técnicos de aprovechamiento de aguas subterráneas en el ámbito del Plan Hidrológico del Ebro 2015-2021 (Fuente: SITEBRO)
Cuestiones relacionadas con un mal manejo del pozo de captación:
Ya hemos alertado en otros post (ver: el juego de la ruleta rusa) sobre los beneficios de un manejo adecuado del pozo. El objetivo es ajustar la demanda prevista a la disponibilidad real de agua en el pozo. Manejar un pozo “a ciegas”, sin criterio ni vigilancia supone a corto plazo posibles ineficiencias y costes energéticos. A medio plazo puede incluso comprometer la viabilidad de la explotación.
Un error muy habitual de estas captaciones es no disponer de un adecuado ensayo de bombeo que permita, no sólo conocer la productividad del pozo, sino evaluar su potencial en diferentes escenarios de explotación (caudales diferentes, situaciones de sequía, y un largo etcétera), así como disponer de criterios objetivos para seleccionar el adecuado, y costoso, equipo de impulsión. La práctica habitual es realizar los denominados “aforos” que consisten en sacar agua del pozo, cuanta más mejor, sin medir descensos en el pozo y con el único criterio de tener una aproximación al caudal máximo posible. ¡Craso error amigo! Este tipo de praxis con los aforos constituye un magnífico ejemplo de oportunidad perdida para conocer las cualidades del sistema pozo-acuífero.
El coste de ejecución de un ensayo de bombeo bien realizado es casi el mismo que el de un aforo. La diferencia sólo estriba en un diseño adecuado de los caudales de bombeo y, sobre todo, en medir los descensos generados. Ni siquiera hace falta bombear caudales elevados. El caudal máximo instantáneo se puede deducir fácilmente del ensayo de bombeo.

Plataforma SIWA que integra en tiempo real el nivel piezométrico de un pozo. A partir de los datos recopilados y de la interpretación del ensayo de bombeo se puede predecir la disponibilidad de agua en función del caudal de extracción.
Conclusión
Podríamos concluir este post diciendo que el no saber ocupa lugar, más o menos del mismo tamaño que el doloroso hueco que deja en la cartera.
Y es que, más allá de la incertidumbre inherente a una obra de captación de agua subterránea, los errores expuestos son, por previsibles, difícilmente justificables. El asesoramiento experto, fundamentado en conocimientos de hidrogeología, hidráulica, así como del recorrido administrativo, constituye una garantía para evitar estas ineficiencias y fracasos que conllevan innecesarios costes.
Mi gozo en un pozo, reza un viejo dicho. Y bien pudiera haber sido el título de este post. Porque la intención no es otra que cambiar su significado metafórico por el literal, en el que el pozo constituye una experiencia provechosa.
